Las sequías son cada vez más frecuentes e intensas en todas las regiones.
El bienestar de cientos de millones de personas se ve comprometido por cada vez más tormentas de arena, incendios forestales, malas cosechas, desplazamientos y conflictos.
A mediados de siglo, tres cuartas partes de la población podría experimentar sequías.
Gran parte de la responsabilidad recae en el cambio climático, pero también en la forma en que gestionamos nuestras tierras.
La mitad de la población mundial ya soporta las consecuencias de la degradación de la tierra, y las mujeres y las niñas son las que pagan el precio más alto.
Podemos y debemos invertir esta espiral descendente.
Asegurar la productividad de la tierra y los suelos es una forma económica y favorable a los pobres de combatir el cambio climático y mejorar los medios de vida y el bienestar de las personas más pobres y vulnerables del mundo.
Empoderar a las mujeres como propietarias de tierras es también decisivo para restaurarlas.
Podemos restaurar las tierras por una fracción de lo que se gasta actualmente en subsidios perniciosos para el medio ambiente.
Cada dólar invertido en restaurar tierras puede generar 30 veces más en beneficios.
En África, la Gran Muralla Verde del Sahel ya ha restaurado millones de hectáreas y ha creado miles de puestos de trabajo, desde Dakar hasta Djibouti.
Sin embargo, queda mucho por hacer.
Cuidar nuestras tierras y su biodiversidad puede ayudarnos a afrontar la crisis climática y a alcanzar todos nuestros Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Actuemos ahora para proteger nuestro futuro de la sequía.
Muchas gracias.