El karaoke suena en el televisor de una humilde casa en el Cerro Cordillera, de Valparaíso. Adentro, un padre y su hijo juegan a ser cantantes, a imitar voces de grandes estrellas. Es el esfuerzo de un padre por vincular a su hijo a la música y, quizás, indicarle un camino de vida.
Ese niño es Christian Bravo (20), a quien su padre a los dos años le compró un pequeño teclado que no recuerda, pero que ha podido ver en fotografías familiares donde se le ve como un precoz intérprete.
Si ese era el camino que el padre deseaba para su hijo, lo logró. Christian es hoy estudiante de Pedagogía en Música de la Universidad de Playa Ancha y un activo trabajador social de la Fundación Puerto Mestizo, en la ciudad puerto, una plataforma desde la cual lidera, por ejemplo, el Coro Valpo Joven Semillero, donde participan niños y niñas de sectores vulnerables.
Son niños, describe Christian, que “algunos han debido pasar por la traumática vivencia de ver quemados sus hogares” producto de los habituales incendios que afectan a las quebradas que cortan la ciudad hacia el mar. En estas iniciativas, Christian se inspira en “la lucha por la niñez, la más importante tarea que tiene Chile por delante”, afirma taxativo.
Christian Bravo es uno de los seis jóvenes que seleccionó ONU Chile, el pasado 10 de enero -de 200 postulantes-, para formar el grupo selecto de los embajadores y embajadoras de UN75, todos líderes que llevan adelante proyectos que tienen como base alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), como lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a mujeres y niñas; conseguir que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros y sostenibles: o poner fin al hambre, logrando la seguridad alimentaria, la mejora de la nutrición y promoviendo la agricultura sostenible.
Los elegidos, que provenían de la región de Los Lagos, Maule, Valparaíso y Metropolitana, participaron en enero pasado de una jornada de trabajo en la sede del Sistema de Naciones Unidas en Chile (SNU) y el 28 de mayo fueron parte de una conversación con la Coordinadora Residente del Sistema de las Naciones Unidas, Silvia Rucks, en la cual se debatió, entre otros temas, sobre el respeto de los derechos humanos, el acceso y calidad de la salud y la educación, y el cambio del modelo de desarrollo.
“La experiencia que me cambió la vida ocurrió en mi primer día en el liceo Eduardo de la Barra”, recuerda Christian Bravo, “cuando se presentó el coro. Los escuché y quedé realmente impresionado. Fue como sentir que había descubierto mi vocación. Nunca había escuchado una pieza musical interpretada solo por voces. Luego, fui a los ensayos del coro y ratifiqué ese amor. Hasta el día de hoy, porque creo que la música te permite abrirte al mundo”, sentencia.
Ese mismo deseo de apertura fue lo que lo motivó a aceptar la sugerencia de “la Isi, la directora de la Fundación Puerto Mestizo, que me contó que se había abierto una postulación para jóvenes en la ONU. Me pareció una gran oportunidad, aunque uno piensa en la ONU, una gran organización, y uno duda… cuando me llamaron fue impresionante; nunca pensé que me iban a elegir”, recuerda.
Christian se emocionó cuando tomó el peso a lo que había logrado. Era una oportunidad para representar a Valparaíso y sus habitantes, “que no tienen la oportunidad de contar ante gente importante las dificultades que tienen”, resalta.
Y la emoción se mantuvo cuando conoció a los otros cinco elegidos que, como él, tenían una trayectoria destacada en proyectos sociales. “Desde el primer minuto que llegué a la reunión en la ONU quedé impresionado al estar con gente tan ‘capa’. Sentí mucha admiración por ellos. Por ejemplo, por Margarita, que es una luchadora social tan activa; o Iancu, con su organización ligada al VIH”, recuerda.

LOS OTROS LÍDERES
Además de Christian Bravo, estuvo presente Antonia Carrizo (17), de la Región Metropolitana, alumna del liceo Carmela Carvajal, que junto a un grupo de compañeros creo el proyecto “Comparte tu libro”, que busca potenciar el fomento a la lectura a través de la entrega de libros atractivos para los y las alumnas, fuera de la oferta que entrega la biblioteca del establecimiento. Mediante el intercambio, hacen circular obras de mano en mano, dinámica exitosa que cumple su tercer año. Y ahora van por más: han extendido la práctica a los hospitales públicos, buscando disminuir la desigualdad del consumo cultural.
Margarita Flandez (26), de la Región Metropolitana, se hizo también presente con su plausible empeño para alentar a jóvenes a interesarse en los asuntos públicos. Ella es presidenta de un Comité de Viviendas Sociales de la comuna de Lo Prado y de la Asociación MAC Zomo Newen, que genera cursos, charlas e instancias para potenciar el liderazgo político en niñas. Margarita ya fue una embajadora en Chile de la Red Mundial de Jóvenes Políticos y la fundación Ashoka Chile, que promueve la participación de los y las jóvenes como agentes de cambio.
También destacó en esa jornada Iancu Cordescu (29), de la Región Metropolitana, director ejecutivo de la Fundación Chile Positivo y Coordinador de Incidencia Política y Derechos Humanos en la Red de Adolescentes y Jóvenes Positivos de Latino américa y el Caribe Hispano. Iancu Cordescu lideró un estudio latinoamericano que se abocó al “Análisis de la legislación y políticas que afectan el acceso de adolescentes y jóvenes a servicios de salud sexual y reproductiva y VIH en América Latina”.
Lissett Alarcón (22), de la Región del Maule, perteneciente al pueblo mapuche, quien hace un destacado trabajo territorial para hacer sostenible la tranquila localidad de Armerillo, en la precordillera maulina (comuna de San Clemente), donde confluyen los ríos Claro y Maule. Para eso ha creado talleres en temáticas ambientales, de memoria territorial y de género, con énfasis en la salud y el bienestar (comida vegetariana, infusiones y terapias naturales). Asimismo, ha formado una alianza con el Parque Natural Tricahue, donde ha realizado jornadas de limpieza.
Y Natalia Reyes Escobar (30), de la Región de Los Lagos, directora de la ONG Greenlab, creada en 2016, organización medioambiental enfocada en la protección y valoración de las áreas silvestres protegidas de su región. Para eso, la Greenlab ha creado espacios de participación para que la ciudadanía y, principalmente los y las jóvenes, se sumen a acciones que ayuden a la conservación de la biodiversidad, la protección del patrimonio natural y el rescate de ecosistemas vulnerables.
“Acá en el sur es muy común que cuando somos niños nos relacionemos con la naturaleza; una está acostumbrada a ir de paseo a los parques naturales, por ejemplo. Pero me fui dando cuenta de que esa relación se había ido perdiendo. Lo ideal sería que todos los niños tuvieran esa relación cercana. Lamentablemente, la gente está tan ensimismada en la ciudad que pierde el contacto con la naturaleza y no se dan cuenta del valor que tiene el patrimonio natural”, explica la licenciada en Ciencias, residente en Puerto Montt, y que en los inicios de la organización contó con la complicidad de sus amigos Sebastián Gallardo y David Saavedra, a quienes había conocido en el Instituto Nacional de la Juventud (INJUV).
Greenlab tiene actualmente cuatro líneas de acción, siendo la más grande la que se enfoca en las áreas silvestres protegidas, un trabajo comunitario para el que han contado con 200 voluntarios y voluntarias de todo el país.
“Hemos creado una muy bonita comunidad y hacemos actividades de preservación, monitoreo de especies; creamos miradores y senderos; monitoreamos flora y fauna para ver en qué estado se encuentran las unidades y proponer acciones para mejorar la conservación de las especies”, detalla Natalia Reyes.
La directora se enteró de la convocatoria de ONU Chile a través de redes sociales, y de inmediato se entusiasmó con la oportunidad, debido a que calzaba perfecto con el accionar de Greenlab, muy ligado a los Objetivos de Desarrollo Sustentable 13, 15 y 17: Acción por el Clima, Vida de Ecosistemas Terrestres y Alianzas para lograr los Objetivos.
Cuando fue seleccionada, Natalia se sorprendió gratamente y se llenó de emoción, la que continuó al conocer las instalaciones de ONU Chile, “porque es increíble estar ahí, darse cuenta de que son accesibles, conversar con ellos. Fue muy motivador”, resume.
Y respecto de los y las jóvenes elegidas, considera que con sus búsquedas y desafíos descubrió cómo cada quien puede aportar desde una esquina. Ella, con sus actividades al aire libre, pero también socializando la encuesta que a ONU Chile le ha servido para reafirmar el interés de las personas jóvenes en contar con espacios de participación.
EL FUTURO QUE SUEÑAS
Naciones Unidas se planteó, a través de la iniciativa UN75 (de la que es parte la encuesta online), generar la conversación más grande el mundo en el marco de la conmemoración de su aniversario 75, con el objeto de conocer la opinión y sueños de personas de todo el mundo, dando una especial importancia a la opinión de los y las jóvenes, que suelen estar lejos de los espacios de toma de decisiones.
Natalia, Lissett, Iancu, Margarita, Antonia y Christian motivaron a sus redes de amigos/as y compañeros/as de iniciativas a que contestaran la encuesta, y participaron de la versión de ONU Chile de UN75, denominada Hazte Escuchar por el Mundo. Campaña digital gracias a la que más de 8 mil personas en el país han aportado valiosa información Naciones Unidas sobre el futuro con el que sueñan, en un momento en que se convive con la peor crisis sanitaria la historia y sus consecuencias sociales y económicas.
“A través de la encuesta se les dio voz a personas silenciadas, escondidas en sus casas, que sobreviven. Pero que cuando son consideradas, sacan la voz”, destaca Christian Bravo, pensando en la gente con la que convive en los cerros de Valparaíso.
La consulta online, que se inició el 2 de enero de 2020 y se prolongará hasta el último día del año, aborda aspectos relacionados con la pandemia de la COVID-19, la mirada que se tiene sobre el mundo a 25 años hacia el futuro, las tendencias globales que se presentan como más amenazantes o la importancia de la cooperación internacional como un modo de alcanzar soluciones globales a los grandes males.
En el caso de Chile, según las respuestas recopiladas entre enero y el 1 de septiembre de 2020, más de 8 mil encuestados (con una presencia femenina de 62,8% y masculina de 35,8%) consideran que para la recuperación de la pandemia la comunidad internacional debería priorizar, en primer lugar, y por amplia mayoría el acceso universal a la salud (3.746 respuestas); seguido por “abordar las desigualdades que se han profundizado como resultado de la COVID-19” (2.820); y en tercer lugar, “lograr el acceso universal al agua potable y el saneamiento” (2.803).
Cuando se pregunta sobre el mundo que desean ver en 25 años, y las tres cosas que más se reiteran son: más protección ambiental (4.500 preferencias), consumo y producción más sostenibles (3.408) y mejor acceso a la educación (2.918).
En cuanto a las tendencias globales que consideran que afectarán a nuestro futuro, es muy elocuente la preocupación existente por el cambio climático y los problemas medioambientales (6.221 preferencias), seguido de los riesgos relacionados a la salud (3.368) y los conflictos armados y la violencia por motivos políticos (2.682).
Complicaciones que 5.852 las y los encuestados consideran “esencial” que sean gestionadas a través del trabajo conjunto entre los países; 1.629 que es “importante”; y 429 que es “bastante importante”. Una convicción que 3.778 reconoce haber cambiado con la pandemia, mientras que 3.546 afirman que su punto de vista no cambió con la amenaza de la COVID-19.
Lamentablemente, el pesimismo se apodera de los encuestados locales cuando se les consulta sobre si la gente estará mejor, peor o igual en 2025: el 51,4% cree que será peor, 29,9% mejor, e igual 18,7%. Aunque si los encuestados fueran Natalia, Lissett, Iancu, Margarita, Antonia y Christian, los cinco descartarían el pesimismo porque, fieles a su coraje, le dirían al resto que nunca dejen de intentar conseguir el futuro que sueñan.
