El Día Mundial del Sida llega en un momento decisivo.
El número de muertes relacionadas con el sida ha disminuido en un 70 % desde 2004, cuando se registraron cifras récord, y el número de nuevas infecciones por el VIH es el más bajo desde la década de 1980.
Sin embargo, el sida sigue cobrándose una vida cada minuto.
Podemos y debemos poner fin al sida como amenaza para la salud pública a más tardar en 2030.
Para alcanzar este objetivo hay que prestar atención al lema de este año: Que lideren las comunidades.
El camino que lleva a acabar con el sida pasa por las comunidades.
Ese trayecto comprende desde conectar a las personas con los tratamientos y servicios y el apoyo que necesitan hasta desplegar el activismo comunitario que impulsa la acción para que todas las personas puedan hacer efectivo su derecho a la salud.
Ganar la batalla contra el sida supone apoyar a quienes están en la primera línea de combate.
Esto significa que el liderazgo comunitario debe ser un eje central de los planes, programas, presupuestos y actividades de seguimiento en relación con el VIH.
También debemos eliminar los obstáculos al liderazgo comunitario y asegurar que los grupos locales de la sociedad civil tengan un espacio para llevar adelante su labor vital.
Sobre todo, necesitamos financiación.
Para financiar plenamente la respuesta al sida en los países de ingreso bajo y mediano se necesitan más de 8.000 millones de dólares adicionales al año.
Esta financiación adicional debe incluir más fondos para los programas locales dirigidos por personas que viven con el VIH y para las iniciativas de prevención dirigidas por las comunidades.
El sida puede ser derrotado.
Llevemos a buen término esta labor apoyando a las comunidades para que puedan eliminar el flagelo del sida en sus barrios, en sus países y en todo el mundo.
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