Excelencias, amigos y amigas,
Dependemos de la tierra para sobrevivir. A pesar de ello, la tratamos como si fuera un lodazal.
Las prácticas agrícolas insostenibles están erosionando los suelos 100 veces más rápido de lo que la naturaleza puede restaurarlos.
Hasta el 40 % de las tierras de nuestro planeta están ya degradadas, lo que: pone en peligro la producción de alimentos; amenaza la biodiversidad; y agrava la crisis climática.
Las mujeres y las niñas son las más afectadas por esta situación.
Sufren de forma desproporcionada la falta de alimentos, la escasez de agua y la migración forzosa que provoca el maltrato de la tierra.
A pesar de ello, son las que menos control tienen sobre la situación.
En muchos países las leyes y las prácticas impiden que las mujeres y las niñas sean propietarias de las tierras.
En aquellos países que sí lo permiten, las mujeres y las niñas las restauran y las protegen, lo que aumenta la productividad, mejora la resiliencia frente a las sequías y permite invertir en salud, educación y nutrición.
La igualdad en materia de derechos sobre la tierra protege las tierras y permite impulsar la igualdad de género.
Por eso el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía se centra en la mujer, sus tierras, sus derechos.
Insto a todos los gobiernos a que eliminen los obstáculos jurídicos para que las mujeres accedan a la propiedad de las tierras y a que las involucren en la formulación de políticas.
Ayuden a las mujeres y las niñas a que desempeñen su función en la protección de nuestro recurso más preciado.
Pongamos fin juntos a la degradación de las tierras para 2030.
Muchas gracias.
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