Conmemoración del Día de las Naciones Unidas 2022
Discurso de la Coordinadora Residente del Sistema de las Naciones Unidas en Chile
Comienzo por agradecer a la Ministra Urrejola y al Presidente del Senado, Álvaro Elizalde por sus palabras y por el interés de conmemorar en conjunto este nuevo aniversario de las Naciones Unidas. Es un placer y un orgullo poder celebrar esta 24 de octubre con ustedes y en un lugar tan simbólico de la vida republicana de Chile.
Como han dicho quienes me precedieron en las palabras y hemos visto en el video realizado con las imágenes del archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores, Chile ha sido un actor relevante en estos 77 años de historia de la ONU. Mucha gente no sabe o no recuerda que Chile como país miembro de la organización desde 1945 participó de la redacción de la Carta que nos funda como institución, de la primera Declaración de los Derechos Humanos y de ahí en más, en múltiples instancias de gran relevancia para el país y el mundo, con los discursos de diversos presidentes y, más recientemente, su elección como miembro del Consejo de Derechos Humanos y Vicepresidencia del ECOSOC.
Actualmente, vivimos momentos de grandes tensiones. Tiempos de cambios, un cambio epocal, aventuran algunos, que se desarrolla en medio de una crisis sanitaria que ha dado pie a una crisis socioeconómica, acompañada por conflictos que solo la profundizan, tal como lo hace la crisis climática que se hace cada vez más patente.
La confianza se desmorona. Las desigualdades se disparan. Nuestro planeta está ardiendo. La gente está sufriendo, y los más vulnerables son los que llevan la peor parte.
Cabe recordar que de los 23,6 millones de puestos de trabajo de las mujeres que se perdieron en América Latina y el Caribe en el peor momento de la crisis el segundo trimestre de 2020, a fines de 2021 aún faltaban por recuperar unos 4,2 millones. En el caso de los hombres, en cambio, ya se habían recuperado prácticamente por completo los 26 millones de puestos perdidos en ese momento (cifras de OIT, marzo 2022).
Además, existe un 50% de probabilidades que la temperatura global supere los 1.5 grados durante los próximos cinco años.
Según el Mineduc, en 2020 se contabilizaban más de 186 mil niños, niñas y jóvenes de entre 5 y 21 años que abandonaron el sistema escolar, en 2021 se sumaron cerca de 40 mil estudiantes que no se matricularon en ningún establecimiento, producto de la pandemia.
El reciente Informe sobre Desarrollo Humano ubica a Chile en el primer lugar de América Latina y el Caribe, con 0,855 (2021), sin recuperar la posición que ocupaba previo a la pandemia y a la crisis social y sanitaria. También advierte que Chile baja el índice a 0,722 cuando este se ajusta por desigualdad, por tanto, es un desafío que persiste.
La Carta de las Naciones Unidas y los ideales que representa están en peligro. Tenemos el deber de actuar a nivel global y local. Como actores del sistema internacional; como sector público y privado; como academia y sociedad civil; como ciudadanos y ciudadanas.
No han sido años fáciles para nadie, para ningún país, para ninguna institución. Por esta razón es que quiero compartir con ustedes la importancia de mantener el trabajo conjunto, con el fin de crear sociedades más justas, igualitarias y centradas en las personas y el planeta.
Ese es el objeto de nuestra existencia como Sistema de las Naciones Unidas en Chile. Estamos en el país para apoyar al Estado en sus principales desafíos para avanzar hacia el desarrollo sostenible, para asegurar la paz y la seguridad de sus ciudadanos y ciudadanas. Siempre en base al actual Marco de Cooperación para el Desarrollo Sostenible vigente y a peticiones del ejecutivo, con respeto a la soberanía local.
En este contexto, me gustaría compartir con ustedes algunas reflexiones sobre la visión del Secretario General, António Guterres, respecto al futuro de la cooperación internacional y su llamado urgente a una mayor solidaridad internacional; a través de la revitalización del multilateralismo.
Un multilateralismo inclusivo, interconectado y eficaz, que el Secretario General ha plasmado en la Agenda Común como un plan de acción diseñado para fortalecer y acelerar acuerdos multilaterales – particularmente la Agenda 2030, pero también otros, como el Acuerdo de Paris – con el propósito de poder cumplir con las promesas hecha a las generaciones futuras: conseguir un mundo en el que todas las personas puedan prosperar en paz, con dignidad y con igualdad, en un planeta sano.
Para ello, debemos acelerar la marcha en cuatro áreas:
1) La renovación del contrato social, anclado en los derechos humanos, para reconstruir la confianza y cohesión social. Desafío mundial, que es también el de Chile hace ya tres años. Un nuevo acuerdo social que asuma las crecientes desigualdades e injusticias en temas como salud, educación y pensiones, entre otros; así como la desinformación y la falta de confianza en las instituciones.
2) Un enfoque hacia el futuro, mediante la profundización de la solidaridad con las y los jóvenes. Con aquellos que heredan las consecuencias de las decisiones que tomamos hoy se encuentran escasamente representados en la toma de decisiones que está fuertemente orientada al corto plazo.
3) Un multilateralismo más interconectado, inclusivo y eficaz para proteger el planeta y proporcionar bienes públicos mundiales como la paz, la seguridad económica y la salud mundial.
4) Unas Naciones Unidas mejoradas que se adapten a una nueva era.
Esto último es lo que estamos implementando desde 2019, por petición de los Estados miembros, con la Reforma del Sistema de las Naciones Unidas, que busca ser cada más eficiente y concreto en su trabajo por las personas. Es también lo que estamos desarrollando junto al ejecutivo, bajo el liderazgo de la Cancillería, para la elaboración del próximo Marco de Cooperación para el Desarrollo Sostenible que esperamos firmar antes de fin de año.
En el marco de la reforma de la cual se hace cargo el cuarto punto, es que hemos enfrentado las últimas grandes crisis. A nivel global, trabajamos de manera incansable para acelerar la creación de las vacunas y luego, la vacunación de la población en condiciones de mayor vulnerabilidad contra la COVID-19.
Del mismo modo, estamos realizando enormes esfuerzos en la iniciativa mundial sin precedentes para sacar más alimentos y fertilizantes de Ucrania y Rusia. Para llevar alivio a quienes lo necesitan de forma desesperada y aminorar las consecuencias económicas y alimentarias que este conflicto genera en todo el planeta.
Dos ejemplos actuales, urgentes y esenciales hechos realidad gracias a la acción de diplomacia multilateral.
A nivel local, no son pocas las tareas que hemos enfrentado en momentos de emergencias. Un ejemplo, fue el terremoto de 2010. Si bien Chile es un país preparado para emergencias, catástrofes como esa, generar necesidades. Como Sistema de las Naciones Unidas en Chile, colaboramos en ese momento con materiales vinculados a puentes móviles, hospitales de campaña con instalaciones para hacer intervenciones quirúrgicas, teléfonos satelitales, generadores eléctricos, y un sistema para evaluar daños estructurales de hospitales y escuelas; además de apoyo en labores de rescate y, más a largo plazo, en la recuperación del borde costero y de caletas en la zona sur.
En los últimos dos años, hemos trabajado con esmero para apoyar al Estado a hacer frente a la pandemia. Sus consecuencias en el empleo, la pobreza, la educación, no tiene precedentes y se requiere del trabajo y voluntad conjunta de todos los sectores de la sociedad para retomar la senda del desarrollo.
Gracias al trabajo conjunto de las agencias, fondos y programas que hay en Chile – son 19, por lo que tenemos una excelente capacidad instalada-, hemos potenciado la inclusión de personas mayores de comunidades rurales y urbanas gracias a la tecnología, impulsando al mismo tiempo importantes labores de cuidado. Lo mismo hemos hecho con los proyectos de integración socioeconómica de personas migrantes de la comuna de Santiago, y el proyecto Mujeres Emplea cuyo fin ha sido reinserción de mujeres de las comunas de Renca, Padre las Casas y San Pedro de Atacama, a través de capacitaciones en materia digital y de cuidado, así como potenciar las redes de cuidado para permitirles volver a las labores remuneradas.
Pero la realidad, lamentablemente, es que vivimos en un mundo en el que la lógica de la cooperación y el diálogo no es necesariamente la norma, aunque cada día más vemos cómo es el único camino hacia adelante.
No hay ningún gran reto mundial o nacional que pueda ser resuelto por una coalición de países o un solo grupo dispuesto a actuar.
Se necesita mucha más acción concertada en todas partes, sustentada en el respeto del derecho internacional y la protección de los derechos humanos.
En un mundo que se fragmenta, necesitamos crear mecanismos de diálogo y mediación para salvar las divisiones.
Trabajemos como una unidad, una coalición del mundo, como las naciones unidas. Honremos estos 77 años, para poder avanzar y sentirnos cada día más orgullosos y orgullosas del mundo que estamos creando.
Parece imposible, pero como dijo el reconocido diplomático sueco y ex Secretario General de Naciones Unidas, Dag Hammarskjöld: “Nunca midas la altura de una montaña hasta que hayas alcanzado la cima. A continuación, podrás ver lo baja que era”.
Muchas gracias.